Jelpi y Kaila pertenecían a la caravana de norteños del pueblo de Penstow que abandonaron su pueblo para escapar de los ataques cada vez más frecuentes de trasgos y trolls de la zona. Gracias a la ayuda de cinco guerreros pudieron llegar a Nothva Raglaw, pero al llegar no se encontraron con una zona libre de ataques, sino que fueron llamados a las armas para proteger la zona de un ejército acantonado en el Vado de la Carroca. Ellos dos y muchos de los habitantes de Penstow y Nothva Raglaw acudieron a la llamada de Grimbeorn, así como muchos hombres del bosque. Kaila no se dejó convencer por Jelpi para que se quedara con el resto de los refugiados en el pueblo, ella siempre había sido la parte prudente de la pareja y no le iba a dejar que se marchara solo a una guerra con lo impetuoso que era Jelpi.
Ella que había aprendido a confeccionar ropas de muy buena calidad, aprendiéndolo de su anciana abuela, aunque en poco tiempo fue capaz de superar a su maestra algo que hizo que su abuela estuviera orgullosa de su única nieta. Jelpi por el contrario era curtidor de pieles de cuarta generación. Aunque viviendo donde vivían debían de conocer el manejo de las armas y no sólo conocerlas sino que tener habilidad con ellas podía salvarte la vida.
Así que se unieron a los hombres de Nothva Raglaw en su marcha hacia el vado de la Carroca, para ponerse bajo las ordenes de Grimbeorn, y luchar junto a los hombres y mujeres del bosque, así como junto a aquellos que los esperaban en la ciudad norteña de Framburgo, donde se iban a concentrar un contingente de guerreros que dieran tiempo a que se terminaran las defensas de la ciudad de Maethelburgo. Los destinados a esa última ciudad fueron aquellos que tuvieran habilidades con el cuero, la madera y los telares, para fabricar armas de asedio y excavar las trincheras que pudieran contener al ejército de trasgos que se estaba acercando.
El combate en Framburgo fue durísimo, aunque ellos fueron destacados Maethelburgo junto a otros jóvenes, algunos de la ciudad de Framburgo los hombres del bosque, para preparar las defensas. Mientras eso ocurría, en la ciudad más al sur se concentraban los combates más duros para conseguir que ellos y los habitantes de la ciudad pudieran construir sus defensas.
Esto hizo que se hicieran grandes amistades, Kaila hizo mucha amistad con una chica de la ciudad de los Hombres del Bosque, llamada Alja, ella le hablaba que era capaz de conseguir un tejido de una trama muy densa de tal manera que permitía mantener el calor corporal. Le comentaba que eso lo hacía con un instrumento llamado telar, un artefacto que era desconocido para Kaila.
Jelpi, trabó mucha amistad mientras cavaban las defensas, eran un grupo muy unido, formado por él, dos jóvenes cazadores de Nothva Raglaw, Jervi y Syljeru y otro joven de la Ciudad del Bosque llamado Keilai, un carpintero de cierta habilidad, había sido capaz de construir algunas maquinas de asedio con tan sólo mirarlas durante un par de horas, eso mejoró la capacidad defensiva, dando cierta capacidad de ataque a los defensores de dentro de las murallas.
El tiempo que pudieron dar los defensores de la ciudad del sur fue más que suficiente para terminar la defensa de la ciudad de Maethelburgo, una noche sonaron las alarmas de que un contingente de figuras se acercaba a la puerta de la ciudad, todos estaban preparados para el ataque, pero en el último momento el encargado de dar la orden pudo distinguir la enorme figura de Grimbeorn y ordeno no disparar las flechas que ya estaban preparadas en los arcos.
Los gritos de bienvenida llenaron el aire cuando empezaron a ver a sus compañeros, aquellos que les habían dado esos valiosos días de tiempo. Pero al ver las reducidas tropas que seguían a Grimbeorn los gritos fueron apagándose poco a poco. Cuando llegaron a la puerta reinaba un gran silencio, muchos habían caído para que ellos pudieran terminar las defensas y esas defensas serían el final de los trasgos; ese fue el juramento de aquellos que estaban en las almenas.
Grimbeorn contó lo duro que fueron los combates, en un principio pudieron repeler sus ataques fácilmente, debido a que aquel que dirigía a las tropas pensaba que la defensa de la ciudad no estaría organizada.
-Los primeros den atacar fueron los Scarahai, intentando entrar sin ser oídos y levantar los rastrillos y abrir las puertas para franquear la entrada a sus tropas. Pero estábamos preparados, aunque muchos de los que estaban destinados a la guardia perecieron antes de dar la señal de alarma. Pudimos evitar que cumplieran su cometido pero costó muchas vidas, más de las que pudiéramos permitirnos.
Pero la suerte cambió, cuando una mañana al amanecer vimos como los scarahai levantaban su campamento y se retiraban no sin sufrir las burlas del contingente que quedaba atrás, eso provocó ciertas bajas entre el ejército de trasgos. Así que por lo menos perdimos de vista a unos de los grupos más peligrosos del ejército de trasgos. Las hordas de trasgos atacaron una y otra vez, mermando sus fuerzas y las nuestras.
Una mañana decidimos que había llegado el momento de replegarnos hasta aquí, así que nos despedimos de los caídos y por la noche emprendimos una marcha apresurada, creemos que nos siguen a muy poca distancia.-
En ese preciso momento sonó la señal de alarma, todos corrieron a sus puestos; Anja y Kaila se colocaron en las almenas con sus arcos prestos a entonar una sonata de muerte. En cambio Jervi, Syljeru, Jerpi y Keilai se colocaron como dotación de una de las balistas y defendiendo las murallas ante un posible intento de colocar escalas.
Muchos trasgos perecieron bajo las saetas de Anja y Kaila, hasta que tuvieron que ir dejando su puesto para recoger flechas del enemigo para poder volver a dispararlas. En la posición en la que estaba Jerpi, podía ver si su amada de encontraba en peligro y así poder acudir en su ayuda. Y eso fue lo que sucedió, una de las escalas se afianzó en dicha zona y entraron en tropel decenas de trasgos, mientras sus amigos mantenían la posición Jerpi acudió a ayudar a Anja, Kaila y sus compañeros defensores, la lucha era sangrienta, había cuerpos por todas partes, tanto de hombres y mujeres como de trasgos. Tras varios minutos de lucha pudieron contener el embate y soltar la escala, así como evitar que otras ocuparan su lugar.
Tras el primer ataque muchos habían caído, Anja y Kaila habían sufrido varias heridas de diferente consideración, Jerpi tenía un feo y profundo corte en el muslo derecho, sus otros compañeros tenían heridas leves y quemaduras de manejar la brea hirviendo. Llevaron a Jerpi a los sanadores para que le curaran la herida y se dispusieron a descansar durante su pequeño turno de descanso.
Una y otra vez repelieron los ataques de los trasgos del Monte Gundabad, no sin un coste elevado de vidas. Pero una noche Grimbeorn, junto con los dirigentes del ejército de hombres libres, decidieron intentar un ataque desesperado para acabar con el dirigente de aquel ejército. Así fue como se prepararon para la lucha final, era eso o morir de hambre y sed dentro de la ciudad. Y así fue como por la noche descargaron todas las balistas sobre el campamento de los trasgos, así como proyectiles incendiarios, para evitar que descansaran, ellos iban durmiendo por turnos para estar descansados para el combate final.
Y en una plomiza mañana, sonaron los cuernos de batalla y se abrieron las puertas, y un ejército de hombres y mujeres libres se encaminó a un destino incierto, entre ellos corrían varios grandes osos, algo que extrañaría a un testigo neutral. Los hombres entraron en el campamento enemigo arrasándolo todo y matando a todos los trasgos que se interponían en su camino, muchos cayeron, pero su objetivo era claro la tienda insignia del ejercito, allí un trasgo enorme intentaba poner en orden una defensa que evitara su destrucción; pero en los ojos de los hombres y mujeres del ejercito de Maethelburgo brillaba la luz de la locura, la locura de preservar sus vidas costase lo que costase. Y eso fue lo que insuflo en sus brazos y sus corazones el coraje para seguir combatiendo sin notar el cansancio.
El combate fue feroz y se abrieron paso hasta el jefe de los trasgos y para el terror de los trasgos, mientras defendían a su jefe un enorme Oso pardo surgió de entre la hueste humana y decapitó al gran trasgo de un tremendo zarpazo que hizo cundir el terror entre los trasgos y hacerlos huir en desbandada, dejando atrás armas y escudos, así como a los heridos y moribundos.
Y de esa manera acabaron los hombres del norte con las hordas de trasgos del Monte Gundabad. Tras acabar con la resistencia de unos pocos trasgos que se negaban a marcharse y de terminar con la agonía de los trasgos moribundos, se reunieron para recoger a sus heridos y moribundos, así como dar sepultura a sus caídos. No hubo celebraciones por la Victoria, pero en los ojos de todos los supervivientes se podía leer la esperanza de poder seguir con una vida nueva.
Tras la victoria ante las hordas del Monte Gundabad, Kaila y Jelpi decidieron que no querían ver crecer a sus hijos en tierras tan inhóspitas, y recordaron que los cinco extranjeros que los ayudaron en su éxodo, habían hablado de un pueblo llamado usûlun, cerca del nacimiento del rio Ringló, junto a las montañas blancas. Se lo comentaron a sus amigos y al llegar al vado de la Carroca se despidieron aunque Keilai y Alja les pidieron que no partieran sin esperarlos, Ambos habían decidido ir con sus respectivos amigos hacia el Este.
Al llegar a Nothva Raglaw Kaila y Jerpi informaron a sus familiares y decidieron que tras el invierno partirían hacia Usûlun, así que prepararon las cosas durante la temporada de nieves, Kaila tejiendo y confeccionando la ropa para el viaje, y Jerpi curtiendo cuero para que les prepararan buenas botas para la larga marcha.
Al llegar la primavera vieron aparecer a sus amigos, la primera en llegar fue Alja, y dos días después llegó Keilai, llevaba sus herramientas con él. A la semana de la llegada de Keilai se dispusieron a partir, mientras se despedían de sus familiares, se sorprendieron de ver llegar a Jervi y Syljeru, dispuestos a partir también; habían hablado con su familia de los planes de seguir a sus amigos hacia tierras donde abundara la caza. Además ellos no iban a dejar a sus amigos partir solos sin protección. Y armados con sus lanzas y arcos se unieron a la comitiva.
Durante el viaje a usûlun, Keilai y Alja mantuvieron largas charlas sobre la construcción de un telar al llegar a Usûlun, y de cómo podría ganarse la vida Alja. Y de cómo ella y Kaila podrían poner un taller para hacer trajes y túnicas uniendo el tejido de Anja con los diseños de costura de Kaila. El viaje transcurrió sin incidentes, las gentes de las granjas que encontraban les ofrecían comida y cobijo y a cambio ellos les ayudaban a recoger la cosecha o a cortar leña para el invierno. Keilai y Anja fueron haciéndose grandes amigos y entre ellos acabó por forjarse una relación más profunda que acabó en un romance.
Y tras esto y un camino tranquilo, llegaron un caluroso día de verano las murallas semiconstruidas de Usûlun. En la puerta, se les requirió sus nombres y el motivo de su llegada a la ciudad. Al solicitar ser miembros de usûlun, se les llevó junto a la Señora Grajo, para que explicaran sus motivos para querer formar parte de la comunidad de Usûlun.
Se les condujo a una casa grande en medio del pueblo fortificado, cercana a una zona arbolada que los maravilló y que por un momento lleno de añoranzas los corazones de Keilai y Alja. Al entrar en la gran casa accedieron a un salón sencillo pero amplio, y sentada en una mesa amplia se encontraba una joven morena con un niño en sus brazos, en su cara se apreciaba la firmeza de una persona que rige la vida de varios cientos de personas. Se presentó como la Sra. Grajo, cuando todos se presentaron apareció un hombre de mediana edad al que presentaron como la Rosa, de profesión carpintero y un joven de baja estatura, aunque con el pelo totalmente blanco al que presentaron como Haedrec.
Tras acabar las presentaciones estuvieron charlando de cómo Sunthas y sus compañeros habían ayudado al pueblo de Kaila y Jelpi, también comentaron las noticias de la guerra y la victoria de los pueblos norteños sobre las hordas del Oscuro. Mientras charlaban un joven trajo bebidas y algo de comer para todos.
Ya había anochecido cuando La Rosa los acompañó a un edificio que servía de dormitorio comunitario a los recién llegados y a aquellos a los que se les estaba construyendo sus casas. La Rosa les explicó que todos ayudaban a construir las casas y que eso hacía que la comunidad estuviera más unida. Cuando los dejó en sus camas asignadas le preguntó a Keilai si le gustaría ser su aprendiz, llevaba tiempo buscando uno pero no había encontrado a nadie que tuviera las actitudes necesarias para el oficio. El joven Keilai aceptó y quedaron en el taller de La Rosa para la mañana siguiente. Tras comentarlo con sus amigos se fueron a dormir con la certeza de haber encontrado un lugar al que pronto llamarían Hogar.
Durante semanas colaboraron con la comunidad de Usûlun para conseguir que fuera un pueblo envidiable, Anja y Kaila se ofrecieron a la Sra. Grajo para ser sus doncellas, pero ella sólo accedió a tenerlas a su servicio hasta que fueran capaces de desarrollar sus oficios en la ciudad.
Keilai trabajó duramente con La Rosa, al Igual que su maestro, ya que el trabajo de carpintero estaba muy solicitado durante la construcción de las casas de Usûlun. Durante los pocos tiempos de descanso Keilai le explicaba a La Rosa como fabricar un telar para Anja, y como su pueblo fabricaba pasarelas para vivir en los arboles y protegerse. La idea del Telar le llamó la atención a La Rosa y entre los dos fabricaron uno para Anja y esta lo probó para La Rosa, Haedrec, Camlan, Aeghen y la Sra. Grajo y realizó una demostración ante los asombrados miembros del Concejo, la tela que tejió Anja era de una calidad excelente y era muy apropiada para confeccionar ropa para la zona donde se encontraba Usûlun.
Tras la demostración, la habilidad de Anja fue conocida por todos los habitantes de la comunidad y todos querían conocer la calidad del tejido que ella fabricaba, por lo que en poco tiempo tuvo que dejar de trabajar para la señora Grajo. Kaila ayudó a Anja a fabricar el tejido. Apartaron dos piezas de tejido de excelente calidad del que habían fabricado, era una lana fina pero con una trama muy densa que le confería una calidez excepcional. Entre ambas y en el más riguroso secreto crearon dos túnicas de un corte singular, una de color púrpura con bordados, en un hilo de un tono más oscuro en el bajo, en el cuello y en las mangas, la otra de un tono Azulón, que Anja describió como el color del cielo la tarde que llegaron a usûlun, más corta con bordados en el cuello y las mangas.
Una tarde Keilai informó a la Rosa que la Sra. Grajo quería verle en el salón de recepciones, La Rosa se encaminó a la Casa Principal y se sorprendió al ver allí a Anja y Kaila esperándolo junto a la Sra. Grajo. Al estar ambos reunidos les fueron entregadas las túnicas. La Sra. Grajo se entusiasmó mucho por el regalo y abrazó a ambas muchachas con lágrimas en los ojos. La Rosa se emocionó mucho al ver la belleza de la túnica.
Desde ese momento Kaila y Anja formaron parte de las amistades de la Sra. Grajo, con las que compartió aquellos momentos en los que no se dedicaba a arreglar los problemas de Usûlun, incluso el infante Calabdur tomó mucho cariño a ambas jóvenes que lo cuidaban cuando su madre tenía que asistir a alguna de sus reuniones del concejo.