La arboleda central de usûlun fue el lugar elegido. Esa arboleda se respetó durante la construcción de la ciudad por expreso deseo de Marcus el mago, compañero de Sunthas y Gulthar, y la dama Melmirë, una dama elfa que durante algún tiempo viajó a usûlun mientras se construía la ciudad. Era una arboleda antigua con un gran Roble en su extremo norte formaban una especie de doble anillo alrededor de una zona plana y llena de una hierba corta.
Desde el principio la zona les encantó a los niños, a veces coincidían con la Dama Melmirë, que les contaba historia de Eras anteriores o a veces coincidían con el Joven Marcus que les retaba a resolver acertijos. Cuando no estaban los niños vagaban por la arboleda como si escucharan las voces de los grandes árboles.
Y por eso, para recordar a ambos los novios eligieron dicha zona. Se colocaron mesas formando dos grandes filas sobre la hierba. A ambos lados del gran roble se montaron dos pequeños pabellones.
Durante la semana anterior estuvieron llegando los invitados, El Sr. usûluni llegó con una escolta de treinta hombres, acompañado de uno de los hijos de la Familia Ar-Arbarân, hermano menor de Milêth, una de las aprendizas del sabio Camlan. Llegaron también una representación de la Familia Atagavia desde las llanuras de Rohan, y el Escudero Amondil que llegó desde Dol Amroth, acompañado de Spa.
Los usûlunis decoraron la arboleda con guirnaldas de flores y cintas de telas con los colores de usûlun, el verde y el blanco. Y el día de la celebración, todos estaban reunidos, sólo faltaban los soldados y montaraces de Guardia, incluso los niños estaban de descanso en la escuela. Todos se vistieron para la ocasión y colaboraron con cerveza y comida. Las mesas estaban llenas de manjares. Los invitados se colocaron formando un semicírculo que englobaba ambos pabellones y el gran roble. Los Invitados importantes se colocaron en el centro del semicírculo; allí estaban Camlan, Tirrin, Dior usûluni, Caltian Ar-Arbarân, Amondil, Spa, miembros de la familia Atagavia, el capitán de la Guardia, El consejero Adunael y su esposa y la comunidad de enanos de usûlun.
Aeguen fue el encargado de oficiar la ceremonia, se coloco frente al gran roble y esperó a los novios. El primero en aparecer, siguiendo la tradición fue Sunthas; Salió del pabellón que estaba colocado a la izquierda del gran roble, iba acompañado de Nylia. Este vestía una túnica azul cielo con bordados en Plata en mangas y cuello, con un pantalón oscuro y unas botas de media caña, de su cuello pendía un colgante, Nylia llevaba una tunica larga en color marfil con un pantalón también marrón con botas de media caña. Ambos llegaron ante Aeguen escoltados por Gulthar, Din, Haedreck y Adrahil. Todos llevaban túnicas del color de la que portaba Sunthas, aunque con bordados en color azul plomo, en vez de plata, y pantalones marrones. Llegaron ante Aeguen y la escolta se colocó a la derecha de Nylia.
Todos guardaron silencio, y tras abrirse la cortina del pabellón de la derecha hubo una gran exclamación, Lady Grajo salió de él. Era la personificación de la belleza, llevaba un traje largo color de los primeros brotes de hierba en la primavera, con mangas anchas, sobre la cabeza llevaba una tela finísima, como si fuera hecha de tela de araña, ceñida a la frente por una tiara muy simple con una estrella que quedaba justo en su frente. Su pelo negro ala de cuervo, estaba recogido en una trenza que caía a su espalda. La acompañaba la Rosa, llevaba una túnica color marfil, al igual que Nylia, con pantalones bombachos marrones y botas cortas. Escoltándola iban cuatro mujeres Mileth Ar-Arbarân, Anja, Kaila y Aetil, la costurera. Todas llevaban túnicas largas, no tan largas como la de Lady Grajo, de color burdeos con bordados en color marfil en mangas y los bajos de las túnicas. Todas iban descalzas sobre la hierba.
La belleza de Grajo fue admirada por todos y el corto camino que le separaba de Aeguen lo recorrió sin prisas, aunque en su cara podía verse que no estaba muy cómoda con el vestido, eso arrancó una sonrisa de los labios de Sunthas, aunque una fría mirada de Grajo le hizo corregirla.
Aeguen tomo la palabra cuando Grajo llegó junto a ellos y la escolta se puso a su derecha. Entonces se dirigió a la Rosa. – ¿A quien traes? Dijo con voz solemne.
-A Lady Grajo, respondió el anciano. – ¿Y para qué la traes ante nosotros? Volvió a preguntar Aeguen. –Para desposarse. Siguió La Rosa. – ¿Grajo es cierto lo que dice? Le preguntó directamente a ella.
-¿Con quién quieres desposarte Grajo? Preguntó de nuevo. –Con Sunthas Espinonegro. Contestó ella solemnemente. Aeguen miró a Nylia. -¿Él es Sunthas Espinonegro? –Sí, es él y yo lo confirmo. Contestó Nylia. -¿Has venido a desposarte con Grajo? Preguntó directamente a Sunthas. – Sí, vengo a desposarme con ella, si ella me lo permite. Contestó Sunthas mirando de soslayo a la novia.
-¿Venís libremente ambos? Les preguntó. Ambos movieron afirmativamente la cabeza. –Entonces tomad vuestras manos y decid vuestros votos, que los miembros de esta asamblea sean vuestros testigos y vuestros escoltas los guardianes de que estos votos se cumplan. Dijo en voz alta, el sabio Aeguen, dirigiéndose a todos.
Entonces Sunthas fue el primero en hablar y mirando a los ojos a Grajo habló con voz seria y solemne. –Yo, Sunthas Espinonegro, te prometo ser tu escudo ante el peligro, tu hombro en la desdicha, tu apoyo en la necesidad, tu compañero en la alegría, tu amante día a día; que serás la luz en la oscuridad, la llama en la noche y el faro en la tormenta, el sol de mi vida y que así sea hasta el fin de los tiempos. Al terminar los ojos de ambos brillaban.
Acto seguido Grajo tomó la palabra, y con voz ronca dijo: – Yo, Grajo, te prometo ser tu refugio en la tormenta, la espada de tu venganza, tu compañera en la alegría, tu amante día a día; que serás el refugio en la tormenta, el hogar en la casa, la luna de mi noche, la lluvia de primavera y que así sea hasta el fin de las Eras. Se alzó y beso los labios de Sunthas.
Al terminar los votos muchos lloraban, otros parpadeaban rápido para reprimir las lagrimas. Pero todos miraban a la pareja con devoción. –He aquí a una nueva pareja en usûlun, que sean prosperos y su descendencia sea fuerte y sana. Dijo Aeguen mirando a todos.
Entonces La voz de barítono de Din empezó a entonar una canción enana, la canción era lenta y poco a poco las voces de los enanos se fueron añadiendo una a una hasta formar una bella canción, aunque sólo unos pocos sabían su significado.
La canción hablaba del mar y del acantilado de la montaña, como la añoranza del otro hacía que las olas fueran arrancando trozos para poder estar juntos en forma de granos de arena que iban transportados por toda la tierra media, hasta formar una preciosa playa donde ambos vivían para siempre juntos.
Cuando estaba finalizando la canción, el viento tomó fuerza y las ramas empezaron a emitir sonidos, al principio sólo parecía el viento en las hojas, pero fue ganando intensidad y todos pudieron escuchar voces suaves y melodiosas que cantaban. Adrahil, miró a Sunthas y este sonreía.
Las voces entonaban un canto de alegría y añoranza, con la cadencia alegre de la lengua élficas. –Un matrimonio bendecido por tres razas, algo que os traerá alegrías a vosotros y al fruto de vuestro amor. Dijo Adrahil con solemnidad. Y recibió la aprobación silenciosa de Nylia, Din y Haedreck.
Tras la ceremonia todos se acercaron a felicitar a la nueva pareja, los primeros en acercarse fueron los invitados de honor. Luego la gente se apartó para dejar paso a los soldados y montaraces para felicitar a la pareja y marchar al cambio de turno de guardia. Los soldados, hombres de armas, la mayoría habían luchado con Sunthas en el Tirton, abrazaron al novio como veteranos, y cuando fueron a saludar a la novia intentaron hacer una reverencia, Grajo ya no lo soportó y dijo: -Ni se os ocurra hacer reverencias, me conocéis todos y no toleraré reverencias, ¿entendido? Maldigo como vosotros y nunca me acostumbrare a la etiqueta así que dejad de comportaros como nenazas y dadme un abrazo. Las últimas palabras las dijo con una sincera sonrisa. Los soldados y montaraces se miraron sorprendidos y alzaon sus manos. Todos la abrazaron por turnos.
-Mirad, y ¿creéis que será una dama en la corte señor usûluni? Comentó Gulthar mientras miraba a Grajo con sonrisa pícara. En ese momento Grajo lo miró con la sonrisa en los labios y levanto la mano, la manga se deslizó dejando a la vista la empuñadura de una daga. Los ojos de Grajo pasaron de Gulthar a la daga y de vuelta a Gulthar, este y todos los que estaban en el grupo se quedaron serios y miraron a Sunthas; él, Nylia y la Rosa no podían parar de reír. Pero Grajo cortó las risas con una mirada.
Los tres carraspearon y miraron al suelo. Y el resto aprendieron la lección. Nadie de usûlun intentó hacer reverencias a Grajo. Tras este episodio, todos se encaminaron a las mesas y empezó el banquete, Sunthas mandó comida y bebida, aguada claro, a los soldados y montaraces de guardia. Pero esta fue una noche tranquila donde la alegría cubrió usûlun.