“Buenas noches, niños. Veo entre vosotros algunos que no son tan jóvenes, pero esta historia es para todos, es la historia de como este pedazo de tierra se convirtió en nuestro hogar”
Recordad que pronto llegaron los hombres de las marismas, los soldados que habían sido de la Tercera Compañía en Tir Nindor, el capitán Adunael y, si niños y niñas, Gulthar. Al principio solo era uno más y aunque más tarde los hombres y mujeres de las marismas se marcharon buscando su propio camino y los soldados y el propio capitán volvieron a la capital, Gulthar permaneció y todos sabéis como ha luchado por levantar estos muros. No existe hombre, mujer, niño o anciano que no se haya reído con él ni ninguno que no sepamos que siempre podremos contar con su brazo fuerte. No os olvidéis tampoco a Nylia, esposa del señor Dîn ni a Merien, su compañera y portaescudos del Señor Sunthas que falleció en el lejano sur y cuya tumba siempre está rodeada de siemprevivas, ni a Marcus el buscador que tanto nos hizo reír y que era duro como una piedra.
En aquellos días hicieron grandes amigos y aliados y se forjaron vínculos duros como el acero enano. Forak Sangresucia se hizo con el corazón de todos a pesar de su terrible pasado, atravesando los más duros caminos y luchando a brazo partido, el joven maestro Haedrec que nos asombró con su juventud y sabiduría, el sabio Aeghen cuyas palabras son siempre acertadas y justas y que sabe entender más allá de lo evidente, Pesc su joven aprendiz, digno heredero de su maestro; el maestro de maestros, Camlan, cuya esencia y sencillez nos ha calado a todos como una lluvia pronta de mayo; Tirrin el viajero, sin cuya guía estaríamos perdidos; Marendil Rhudainor, el comandante de nuestros soldados, hombre justo y honesto, siempre presto a prestar ayuda y tantos otros que espero sepan disculparme los que no he mencionado, mi memoria no es tan buena, pero en nuestro corazón siempre permanecen.
Vamos a permanecer un minuto en silencio por todos los que ahora están lejos y sabed, amigos y hermanos, que todos nosotros miramos las mismas estrellas y que por lejos que estén estamos en sus pensamientos.