Usûlunis, reunidos frente al fuego, os seguiré narrando como fue el volver a El Calamidad después de los combates de esa noche con los Graben, como recordaréis llegábamos sin luz con la familia de la niña asesinada, nos extrañaba que nadie se asomara a nuestra llegada, y la atmósfera que se respiraba estaba demasiado pesada, muy tranquila, nada rompía la quietud del silencio de la noche, solo el romper de las olas en el casco, escale al barco y lo que vi, fue extraño parecía estar vació, Sunthas y Gulthar subieron al barco, Forak permaneció en el bote con la familia atento a todo, pues sospechábamos de un gran peligro, lo que descubrimos, fue desolador, toda la tripulación yacía muerta a lo largo del barco en distintas partes, era una masacre, cuerpos por doquier, la mayoría en sus propias camas, degollados, buscamos en las bodegas y encontramos a Vengaree bajo un Graben muerto, estaba sobre la trampilla rodeada de cadáveres de grabens, en sus últimos momentos Vengaree acabo con uno de los graben más poderosos por lo que pudimos ver, puesto que su arma era de mucha mejor calidad que la de los demás, retiramos al graben, depositamos al cadáver del capitán de una manera más cómoda, y presintiendo que no era casualidad que este estuviera en ese lugar, abrimos la compuerta, allí encontramos a Dolin, a la mujer del capitán Idris y Haldir los únicos que sobrevivieron al ataque, estaban exhaustos, con ellos estaba la habitación de Mitrhil, doloroso fue ver llorar a Idris la muerte de Vengaree aunque como sabéis todos manteníamos una distante relación con el capitán había dado su vida para proteger a su mujer y a los demás compañeros, sabedor de que no podía abandonar el barco.
Dolin nos contó que todo fue rápido, silencioso que los cogieron por sorpresa, mientras dormían, que los superaban ampliamente en número, y que no les dio tiempo a responder, la carnicería tuvo lugar mientras éramos atacados en el pueblo, fueron momentos duros, todos estábamos desolados, irritados, furiosos, aquello era más de lo que podíamos soportar, juramos acabar con aquellos infames seres, si ya antes teníamos intención de aclarar aquel entuerto, ahora era algo que no podíamos dejar pasar.
Tras unos momentos de raba poco contenida, empezamos a pensar como podríamos luchar contra estos seres, lo primero que hicimos fue mirar el cadáver del Graben que Vengaree había dado muerte, tras estudiarlo comprobamos que estas criaturas no estaban vivas, que estaban creadas con partes de seres humanos, cosidas con esmero, como lo haría un médico al curar las heridas, ya Sunthas descubrió que no tenían aura, su cuerpo no parecía tener sangre, lo que descubrimos más importante fue que en su pecho tenía cosido una runa extraña que tras muchos estudios, que nos costó descifrar pues era difícil para nosotros saber de ella, era un portal de entrada para seres oscuros, esto nos dio la contestación a porque un hombre de corpulencia normal aguantaba golpes y resistía como si fuera una pared, algo en el lo que lo ocupaba y le daba poder, no era humano, nos enfrentábamos a un gran peligro y estábamos solos.
Mientras nosotros nos encontrábamos en esta situación Adrahil, encontró en el cementerio del pueblo algo más, también muy inquietante, vio como unos graven desenterraban un cadáver, e intento alertar al sepulturero aunque sin conseguirlo, pues no quería alertar a los graben, también encontró el rastro de la hacienda de los graben, y regreso para contárnoslo.
Una vez que decidimos que irisamos a destruir a estos seres, dejamos a la familia y a los dos supervivientes dentro de la compuerta de la bodega, la tapamos con cajas, y fuimos al pueblo, mientras Adrahil y Gulthar inspeccionaban la hacienda, nosotros Sunthas, Forak, Dolin y yo esperábamos en la posada, en el pueblo, todo parecía ir con normalidad, como si los habitantes nada supieran de lo que pasaba, esto nos inquietaba aún más, pues no creíamos que pudiéramos contar con ellos.
A la hora pactada salimos al encuentro de nuestros exploradores, después de un descanso poco reparador, el pueblo estaba repleto, como si nada pasara, tuvimos que escondernos pues un grupo de unos veinte graben todos vestidos igual que los que nos habíamos enfrentado bajaba por la calle del pueblo, hablaban con la gente como si nada, era extraño, yo quería enfrentarme a ellos, pero todos veían que era algo descabellado enfrentarnos en medio de la gente, pues los ciudadanos podrían no entender nuestro ataque, más éramos cuatro contra veinte y esos seres eran muy fuertes, así que los dejamos atrás y nos encontramos con nuestros compañeros, estos nos explicaron lo que habían descubierto, y trazamos un plan para entrar en la gran mansión pues los graven rondaban en número los ochenta y no podíamos hacerles frente sin entrar de una manera solapada y astuta, evitando el enfrentamiento directo. Llego la noche y emprendimos el asalto, eso será otro relato…