Moscas, hedor, podredumbre …. en ningún campo de batalla se vería jamas una batalla como la que comenzaría alli. No eran ejércitos de hombres, orcos o trasgos… eran ejércitos de almas en penas, de criaturas sin cabida en la tierra…. seres que solo podrían existir allí…y en pesadillas.
Las huestes se contaban por miles, decenas de miles… era imposible hacerse una idea del numero. Desde seres con apariencia humana hasta gigantes deformes o criaturas aladas… parecía como si todas las pesadillas y los temores del hombre se hubiesen reunido en aquella planicie. Los gritos , rugidos y lamentos era ensordecedor. Los ejércitos era contenidos a fuerza de temor y odio, no había disciplina, ni ordenes ni estrategia… era mal contra mal… odio contra odio…
Pero entre todo ese caos un grupo de hombres mantenían la cordura, la esperanza y se aferraban a sus recuerdos como una cuerda de salvación entre aquellos seres. Los pocos que sobrevivieron aquel día dieron pocos detalles de lo ocurrido, pues el mero recuerdo les desgarraba el alma y la pena le hacia imposible pronunciar palabra. Pero muchas fuerzas se congregaron aquel día, todas las huestes de los Palios, de un bando o de otro, criaturas legendarias caídas en desgracia, poderes que hace mucho no pisaron tierra verde, seres de otras edades , criaturas viejas como las montañas…. ni siquiera la presencia de la fe, sembrada en el corazón del hombre desde el nacimiento, era apreciable allí… ni siquiera los puros de corazón y alma conseguían agarrarse al fino hilo que les unía a sus dioses.
Como en un estanque al que arrojan una piedra, la batalla comenzó sin saber muy bien como, pero las hondas invadieron el campo de batalla imparables.
Los usulunis, mortales de una edad joven, solo tenían un objetivo , ajenos a la lucha de poder que se tendría allí y sin saber si para bien o para mal, sus acciones cambiarían el curso del destino de muchos. debían llegar a Maleskari, señor del Palio, y el único camino para ello era seguir al único ser con el suficiente poder como para hacerle frente, Ao. Pero donde hay esperanza, también hay desesperanza, pues donde hay luz siempre hay oscuridad.
Los usulunis, Dîn, Adrahil, Fangril, Forak , Gulthar y Sunthas lucharon, abriéndose camino paso a paso, siguiendo la estela de muerte que creaba Ao, debían seguirla si querían tener una mínima oportunidad. Y tras muchas horas, donde sangre, bilis, carne fueron derramados en aquella maldita tierra, llegaron frente a Maleskari. Y allí, la desazón los inundo a todos…. sin excepción.
Maleskari, solo , se enfrentaba a Ao, Teris, maestro Cuervo… como un maestro desvía con desgana los torpes embistes de su aprendiz. Ninguno de ellos eran rival para el, tal poder se desplegó allí que pocos verían en todas las edades del mundo, pues muchos de ellos fueron los primeros de los primeros.
Los usulunis alcanzaron el combate,¿ que podrían hacer ellos? unos simples mortales, gotas insignificantes en aquel estanque de sangre y muerte, apenas unas minúsculas luciérnagas en una noche cerrada y oscura, tintineantes, efímeras…. Asi que solo hicieron lo que sabían hacer, luchar y combatir. Pero todo era en vano, ninguno de los alli presentes eran rival para Maleskari.
Fue un usuluni, Sunthas, quien supo lo que tenia que hacer.
En aquel momento de escudos rotos y desesperación, Sunthas se enfrento a Maleskari. El señor del Palio los conocía bien, a todos ellos, desde que pusieron un pie en sus dominios y mucho antes. conocía los puntos débiles de todos ellos y los fuertes, las flaquezas y las sombras. Asi que como con Ao, Teris y Cuervo, desvió todos los ataques de Sunthas sin esfuerzo y se dispuso a arrebatar la vida de aquel que fue Señor de Usûlun. Pero , en un principio para regocijo de sus compañeros, Sunthas se difumino durante un parpadeo , sus hermanos sabían que objeto de Sunthas hacia aquello, haciendo que esquivase cualquier ataque…. pero lo que en un principio fue alegría en un instante se torno dolor.
La espada de Maleskari atravesó el cuerpo de Sunthas. Sunthas no había esquivado el golpe, si no que para sorpresa de Maleskari, se había puesto en medio de su embiste, haciendo que al hoja le atravesara de parte a parte. Solto Sulring y el escudo de Ostoer y agarro la empuñadura de la espada de Maleskari con fuerza , con rabia… con una voluntad que solo el hombre por ser hombre posee. Maleskari lo miraba, sorprendido, ajeno durante un instante a lo que ocurria a su alrededor, notando como arrebataba la vida de aquel hombre. Antes de que sacase la espada del cuerpo de Sunthas, Ao le atravesó el pecho.
Dolor , rabia y lagrimas fueron lo que sintieron los usulunis. Dîn , viejo amigo de Sunthas, vio los últimos vestigios de vida en los ojos de su compañero y lo que sintió le atenazó el alma. Sunthas no hizo lo que hizo por Usûlun, o Grajo…. o incluso su hijo Calabdur. Como todo guerrero al que le llega la muerte junto a los que eligió como compañeros… Sunthas se sacrifico por ellos, solo por ellos. Y mientras Maleskari herido de muerte sacaba la espada del cuerpo de Sunthas, este caía en aquella maldita tierra con una sonrisa.
Gulthar, fiel amigo y leal hermano , juro jamas dejar solo a su hermano… fuese a donde fuese, así que cogió la espada de la inerte mano de Maleskari y se quito la vida.
Asi fue como en aquel día tragico de muerte, desolación y escudos rotos , los usulunis Sunthas y Gulthar cayeron en lo que posiblemente seria su ultima batalla. Aquellos que forjaron un pueblo , combatiendo al mal en todas las formas y lucharon como pocos se convirtieron en leyendas….
Que diré de los hermanos que sobrevivieron…. como describir la pena, el dolor, el sacrificio…. solo os diré que seguiréis oyendo de ellos, pues aun no les ha llegado la hora de reunirse con sus hermanos en la Colina de las Lanzas. ¿ Como afrontaran ahora lo que el destino les deparará? ¿como volveran al hogar con los cuerpos de sus hermanos ..?
Muchos de los que nacieron y están por nacer no conocieron a los héroes de Usûlun, pero las historias de ellos en las eras venideras los convirtieron en leyendas. En nombres que enalteceran el corazón del hombre antes de la batalla, en actos que les harán no caer en la desesperanza y en terror de sus enemigos.
Que las lagrimas no enturbien vuestros ojos, pues el destino del hombre se lo forja el mismo y os aseguro que Sunthas Espinonegro y Gulthar el Gultarion lo forjaron golpe a golpe, para desgracia del enemigo.