El terrible golpe… Aún lo noto, aún veo como los enormes brazos alzan el martillo en su mortal arco y descarga sobre mi escudo el golpe. Aún siento como mi brazo cede, aún siento como mi cuello se quiebra. Una y otra vez, una y otra vez, …. Veo descender el terrible martillo…a veces por instinto intento levantar mi brazo, como si aun portara el escudo, pero mi brazo se ha vuelto débil y mi escudo está quebrado. Rememoro ese momento una y otra vez….. Una y otra vez…. a cada momento… No pensé que una criatura pudiese asestar un golpe tan poderoso… Si en este punto de nuestro camino nos enfrentamos a este enemigo… ¿Qué nos deparará futuras batallas? ¿Qué haré para proteger a mis compañeros si les he fallado en esta? Como tendré el valor de levantar de nuevo mi escudo para protegerles?…. Siento como el dolor desgarra mi alma… Pero este dolor no lo sanará el descanso.
¿Cómo debo sentirme si para lo que me he estado preparando durante toda mi vida, para lo que nací, he fallado? ¿Cómo debo sentirme si pensando que fui otorgado con el don de Varda con un propósito, he fallado en tal cometido? Que fui bendecido con un don que es inexistente… ¿Siempre pensé que el destino de un hombre es forjado por sus acciones… y si el destino que creí para mí no es tal, que fue una fantasía de Sunthas Templario de Varda? Que no fui dotado de ningún don, acaso soy merecedor del título de maestro de escudos? …. ¡BAH! … Ese es un título que no volveré a usar y en ningún momento ni fui merecido de tal. El nombre que el maestro Dîn le dio a su martillo de mithril, Yunque, debería ponérmelo a mí, pues así me sentí, como un trozo de metal golpeado por el hábil herrero, moldeado a su voluntad.
No aceptamos la misión de Dolin con la esperanza de la recompensa, sino por ver de nuevo el fuego de una forja en su hogar, por devolverle lo que fue arrebatado, si he fallado tan lejos de nuestro destino…Miro mis manos, antes se alzaban orgullosas y fuertes, ahora las veo débiles y viejas… Impotentes…
Lo soporto, soporto el dolor de mi brazo, los pinchazos en mi cuello… Sé que el combate acabo, los misteriosos refuerzos resultaron ser amigos de Adrahil, primeros nacidos aliados de los montaraces. Palabras sueltas entendí en el bello idioma cuando hablaron con Adrahil, mientras Fangril se arrodillaba junto a mí, nuestro joven clérigo. Fue gracias a ellos dos que les debo mi vida. No fue Sunthas Templario de Varda quien les defendió, fue Sunthas el Escudo Quebrado quien fue derrotado de un solo golpe, otras veces he caído, pero nunca de formas tan aplastantes….es este dolor de impotencia por no poder defender a mis amigos es lo que no soporto, el golpe del semigigante no solo rompió mi cuello, quebró mi escudo… Quebró mi alma.
Este traqueteo me impide conciliar el sueño que tanto anhelo, me mantiene en el fino velo de la inconsciencia, donde el tiempo desaparece por completo y durante unos breves instantes me hacen recordar lo que fui y lo que deje sé ser, y lo que soy… Nunca desee gloria, ni honor, ni riquezas… Desde que nací, quizás por causa de mi ceguera, mi único objetivo en esta vida es la de proteger a los desvalidos, a los débiles, a los dolientes, que mi escudo fuese su refugio, su protección, su esperanza… he fallado y mi escudo está quebrado. Como podre protegerlos?, a mi pueblo…a mi familia… Que soy ahora si no un simple hombre el cual ha sido despojado de un golpe de toda esperanza… Nunca me pensé invencible, de hecho usé toda mi habilidad con el escudo para intentar detener a la criatura… Pero no basto… Toda mi vida pensando en un objetivo y ese objetivo se esfumó en un instante.
No fui bendecido por el don que yo creía, si mi destino no es el de proteger… ¿Cuál es mi camino? …. he caído en un oscuro pozo, mi alma llora… Golpe tras golpe… ¿Solo la tenue luz de Varda me ilumina… quizás le he fallado? Quizás no fui el elegido que pensaba?….
Este combate me arrebato algo más que el escudo de mi brazo, me arrebato mi fin, mi destino, mis esperanzas …. No seré más Sunthas Templario de Varda, sino Sunthas el Escudo Quebrado.
Mientras oigo las palabras de mis compañeros a través del rítmico traqueteo de la improvisada parihuela, cierro los ojos… Un pequeño brillo asoma… Pero desaparece casi al instante. Mi cuerpo se relaja…ya no esta tenso, sin el peso de la armadura, sin el peso del escudo… Quien soy?… Solo soy eso… Un escudo quebrado.
…. Oigo las palabras de mis amigos, de Grajo… Pero son distantes… apenas audibles….me miro por última vez mis manos preguntándome …. ¿Cuál es mi camino?…..