De nuevo nos hallamos descansando bajo una noche fría y estrellada, una hermosa noche. Adrahil ha encontrado un buen lugar para acampar, como siempre, y mientras Gulthar explora los alrededores en busca de algún indicio amenazador con Forak, Dîn prepara un hoyo, forrado con piedras , donde encendera un buen fuego y se mantendra toda la noche. Mientras, yo coloco un par de runas en unas grandes piedras alrededor nuestra, como ultima linea de defensa. Hace mucho que cada uno sabe que hacer, y nos hemos vuelto muy previsores y cautos, los años nos han enseñado estas reglas…. con dolor y sangre.
Una vez todos reunidos de nuevo ante el fuego, Forak se esboza en su gruesa capa, coge su barracuda y se aleja para hacer la primera guardia, mientras los demás damos buena cuenta de un buen guiso que ha hecho Adrahil, él debe llevar una alimentación especial, pero hace una buena comida. Durante la cena, poco hablamos, los últimos acontecimientos nos entristecen, y recordando buenos momentos, cada uno a su modo hace una plegaría por Vengaree y por la tripulación de El Calamidad. Espero que todos ellos, valientes y buenos hombres, hayan encontrado el descanso y el calor merecido. Lo ocurrido aquel día lo narraré más adelante, cuando la situación me lo permita, pues aún debo narraros lo que encontramos en Lond Daer.
Todos se preparan en sus sacos, preparando antes su equipo, como de costumbre. Yo enciendo una vela y saco mi pequeño equipo de escritura, que me regalo Grajo. A muchas millas se encuentran mi esposa e hijo, y cuando pienso en ellos a veces creo que noto el olor de su pelo y las risas de Calabdur. Por ellos rezo cada día. Bueno, la noche avanza y debo describiros lo que ocurrió después del combate con los tres Guardianes.
Como ya sabéis vencimos, no sin dolor y gracias a la forma física de Gulthar. Una vez más decidimos recuperar las escasas heridas que nos infligieron, pues aunque poderosos, Varda dirigía mis golpes con extremada fuerza y certeza. Así que decidimos avanzar por el túnel principal, llegando a una habitación amplia con un pequeño lago cenagoso en un extremo, poco encontramos al principio en esa habitación, así que decidimos explorar el lago, todas nuestras habilidades eran anuladas, como ocurría a veces a bordo de El Calamidad, ni siquiera las antorchas de Dîn funcionaban dentro del agua. Y empezamos a investigar a fondo, sumergiéndonos y estudiando tanto el fondo como las paredes del pequeño lago.
Para nuestra sorpresa, llegamos a la conclusión que el agua anulaba cualquier sortilegio activo o no activo, ya fuesen pronunciados en palabra como activado en objeto, así como los imbuidos en los más poderosos. A todos nos alertó, viendo tanto las posibilidades como las consecuencias de ello. La prueba definitiva la llevé a cabo con mi anillo, El anillo de la muerte rápida, maldito pero que sin embargo definitivo en los combates, aunque maldito y por ello no pudiéndomelo quitar nunca, dentro de esas aguas si podía; y así con un suave movimiento desplace el anillo por mi dedo.
Dîn inspeccionando las paredes del extraño lago, descubrió que estaba forrado… Si, como leéis, forrado. Unos grandes paneles entrelazados, llenos de hermosas y antiguas runas, que fueron fácilmente reconocibles como enanas, forraban la totalidad de la pared del lago. Pero lo que más nos asombró fue el material conque estaban hechas, plateado y brillante mithril. Habíamos encontrado la habitación de mithril, la leyenda era cierta.
El grupo renovó fuerza con el descubrimiento y la alegría nos inundó, así que decidimos, con ayuda del maestro Dîn y Dolin, separar con cuidado los paneles para su transporte a El Calamidad. Pero una vez más la forja, el trabajo y la habilidad enana nos sorprendió a todos, incluso a los Dîn y Dolin.
En efecto el trabajo de aquellos paneles era hermoso y magnifico, su brillo plateado y brillante parecía a simple vista mithril, pero no era simplemente mithril, sino una aleación con otro material que hacia los paneles mucho más livianos de lo que pensábamos. Al momento los artesanos enanos se pusieron a estudiar el panel quitado, haciéndole pequeñas pruebas para descubrir algo más de los paneles, llegando a una interesante conclusión: los enanos habían fabricado los paneles hermosamente, sin duda alguna, pero no habían utilizado enteramente mithril, sino una aleación más barata, en resumen, tenían intención de engañar a los hombres de Númenor, pero estos nunca llegaron ni a verla ni a descubrirlo, pues la ciudad fue arrasada e inundada. Los únicos que descubrimos el engaño y fuimos testigos de la hermosa habitación fuimos los usûlunis.
Así que durante una semana, fuimos desglosando todo el bello mosaico de paneles, y transportándolo con todo el cuidado que pudimos a la bodega de El Calamidad.
La mercancía fue el asombro de toda la tripulación, ya que aparte del trabajo enano, el valor de cada panel era inmenso. Una vez depositada toda la carga en El Calamidad, empezamos a pensar en como protegerlos de la posible ambición de la tripulación, sin darnos cuenta de que al pensar en ello, demostrábamos la nuestra… Yo no fui partidario de ello, pensando en la nobleza del hombre, quizás demasiado, y pensando que después de tantas semanas a bordo de El Calamidad y lo ocurrido en él, ningún hombre de la tripulación tocaría jamás un panel.
Después dimos como finalizada nuestra exploración de Lond Daer, sabiendo que aun la antigua ciudad guarda secretos. Pero tales tesoros y secretos no se nos han mostrado, Lond Daer ya ha cumplido la deuda que tenía con los usûlunis. Que así sea.
De nuevo las velas de El Calamidad se hinchaban con el viento y los marineros dirigidos por los gritos de Vengaree se afanaban en que el extraño barco surcase las olas sin dificultad. Y virando rápidamente tomo rumbo noroeste, dejando la desembocadura del Aguagris y dirigiéndonos a la pequeña base de abastecimiento, llamada Minas Tonfallon, cerca de la desembocadura del Brandivino, junto al bosque Eryn Vorn.
Allí poco ocurrió y descubrimos, con antiguos conocidos nos encontramos. Y mientras algunos hacían guardia en El Calamidad, por temor al robo de los paneles. Junto a extraños, con una comida y un fuego, Sunthas prometió a Idris que Vengaree volvería a pisar tierra firme.
Juramento que nunca cumplió.